Primer dia

Hola a todos/as que entren a curiosear estas páginas!

Me encantaría conocer historias de vidas anónimas, de gente como vos o como yo que, en algún momento, se plantaron y decidieron cambiar sus vidas.
Esta página esta destinada a todos aquellos que se siguen sorprendiendo con el ser humano y su particular manera reaccionar ante: el amor, la presión laboral, la muerte, el dolor, la esperanza, etc.
Mientras escribía me preguntaba: es lo mismo "patear el tablero" que "barajar y dar de nuevo? en que radica la diferencia? será que el hecho de "patear" implica una acción impensada, instintiva y por lo tanto desconocemos las consecuencias? El "dar de nuevo" implica necesariamente que las cartas sean mejores? No se...lo estoy pensando...y vos? me interesa que pensas vos.
Gracias por leerme!

domingo, 7 de noviembre de 2010

Romper con los prejuicios

Hola a todos! Hoy quería compartir con uds una nota que leí ayer en el diario. Eran, en realidad, tres testimonios de jóvenes que optaron por seguir estudiando aún a pesar de todas las  dificultades que la vida les va presentado. La que más me cautivó fue la de Juan Carlos que con solo 24 años dejó atrás su barrio y a su familia. Se plantó, se adueñó de su vida y de su destino.
¿Por qué me cautivó? Simplemente por tuvo que luchar contra sus orígenes (nacido en Villa Fiorito. Si leiste bien: una "villa"!) y contra lo que sus padres querían para él. Hijo de una humildísima familia, comenzó a trabajar como albañil para colaborar con el sostenimiento de su casa. Pero en un momento entendió que él estaba para algo más que para levantar paredes, tenía ese deseo interno de mejorar, de progresar. Razón, por supuesto, que sus padres no entendieron. ¿Qué otra cosa podía ser el hijo de un albañil que albañil? Había que seguir la tradición que da segudidad y algunos pesos también ¡Que difícil luchar contra los prejuicios familiares! ¿Cómo explicar a padres semi analfabetos la seducción que ejerce en un ser humano el conocimiento? Tarea no muy fácil por cierto. 
Juan Carlos pateó su propio tablero con fichas que estaban tradicionalmente fijas e irreversiblemente estipuladas. El se fue de su casa, se inscribió en la facultad y  ahora sólo le faltan 18 materias para convertirse en Contador público Nacional. Tal vez, para su propia familia, no sea el hijo ideal pero sí es un ejemplo para muchas familias que desean que sus hijos enfrenten con valentía la vida y luchen por lo que realmente quieren.
¡Ojalá les guste! 

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